Una de las cosas que me gusta de ser grande es que le podés decir lo que quieras a cualquiera y, si le ponés un poco de onda, hasta te van a escuchar.
Algo así me pasó en la noche de ayer, en la casa de A. un amigo del colegio a quien conozco desde que eramos chiquititos, y que por ende conozco también a su madre y a sus hermanas desde la misma época.
A mi me pasa algo muy especial con las madres de mis amigos del colegio. Y esta semana tuve dos episodios que justamente tuvieron que ver con esas madres, y sus derivaciones de lo más increibles. Las madres de mis compañeros del colegio me conocen desde hace mucho, desde toda la vida diría yo. Y me han visto crecer y me han visto pasar por tantas etapas tan diversas que ya no deben saber qué esperar de mi cuando esporádicamente caigo en la casa de alguna de ellas.
De chico, siempre tuve cierto afán por agradar (no sólo a ellas sino en general, y de grande también y es uno de mis temas tearapéuticos más importantes) y en el caso de las madres era muy patente como yo quería caer super bien y presentarme como alguien que rozara la perfección, incluso a veces con cierta mezquindad. La realidad es que muchas veces me amaron por que era como el amigo de sus hijos responsable y exitoso que sabía perfectamente qué puntos tocar para generar espasmos de júbilo. Y lo loco es que algunas de ellas me han llegado a endiosar con tan poco fundamento y a tal extremo que luego se han negado a creer que yo fuera homosexual para no hacer caer el cuento de hadas.
Y ayer en lo de A. me encontré con su madre, quien siempre me ha sorprendido por ser alguien completamente entregada a los deseos de su hijo y desesperantemente sobreprotectora. Una de esas madres que puede ofrecerte 558 porciones de algo para comer en 15 minutos que te pasaste en su cocina. No fue diferente ayer cuando al recientemente abogado quisimos tirarlo a la pileta y ella se interpuso en la montonera de muchachos y se aferró al cuerpo de su hijo gritando: "que no lo hagan, que mañana no tengo mucama y quien le lava los pantalones a A." (!?).
Ok. Una frase de ese tipo a mi me genera unas ganas irrefrenables de dejar bien en claro que ahi hay una gran falla. Y como el tiempo a uno lo hace menos tolerante y le quita miramientos en cuanto a quien se le pueden reprochar o no ciertas actitudes, supe enseguida que tenía que retarla, y la reté claro. La llevé a un costado y le dije: "L, por que no dejás que a tu hijo lo tiren a la pileta, ya es grande, es una broma de sus amigos". Y ella empezó que su hijo era un irresponsable, que la vez pasada había tapado el baño y que había quedado tapado durante un mes y que en cambio vos Mariano, sos responsable vos entendés límites, y que se acordaba de que en el Barmitzva de su hijo mis padres no me habían dejado quedarme hasta tan tarde como a los demás chicos y que yo me había ido llorando, que ella siempre se acrodaba de aquello.
Mi respuesta fue simplemente, que lo dejara en paz a su hijo, que le diera espacio para ser responsable, que deje de estarle tan encima a semejante grandulón.
Es muy raro pero de repente te encontrás dándole consejos válidos a alguien que durante tu infancia era un adulto. Y te das cuenta que la vida te enseña muy rápido a discernir.
Episodio II:El martes también hubo llantos de madres de amigos. Llantos por emoción de una mamá que me pidió que le cante una canción que yo cantaba hace unos años y que, según ella, el mensaje tan fuerte del tema que habla de alcanzar los sueños, la había inspirado a decidirse a estudiar una carrera de grande. Asi que ahora recién recibida de psicóloga, quería que yo le cante y que ella llore tal como lo había hecho en todas las funciones a las que religiosamente había asistido para emocionarse en su momento.
Que se yo, para mi era demasiado, pero ante un planteo de ese tipo yo no me podía negar, asi que lo hice y fue un nuevamente sentirme raro, sentirme que la mina ponía en mi expectativas que tenía de su propio hijo, y todo lo demás; lo cual siempre me pareció difícil de manejar.