Dani Natanson fue mi profesor de canto/guitarra durante un tiempo. No tanto tiempo en realidad, pero su influencia en mi fue enorme. Él me supo entender como creo que nadie ha podido aún, y yo aprendí de él mucho más de lo que nunca nadie jamás me ha sabido enseñar. Dani fue para mi un gran desmitificador de todo lo que el arte supuestamente siginifica para los cánones del saber popular. Me enseñó a revalorizar lo que es el laburo como forma de conseguir lo que uno quiere, de escaparle a lo que las madres le han dicho durante tanto tiempo a sus hijos: "lo que natura non da..."; me enseñó a entender que lo único que importa es ser vos, lo hagas desde el lugar que lo hagas, y que mientras que no tengas eso en claro, nada de la parafernalia que le pongas lo va a poder camuflar. Me enseñó que ser feliz no es un plan faraónico e inabarcable sino algo simple y cotidiano que se construye a cada minuto de nuestras vidas diarias. Que hasta de las situaciones más chotas se puede aprender bocha y que el sentido común es una herramienta injustamente desvalorizada. Me enseñó a seguir un poco más que lo que mi espíritu caprichoso deseaba esforzarse. Más que nada Dani fue mi psicólogo "de onda" durante un tiempo; y qué bien que lo hacía, pero sobre todo fue un amigo. Una noche cuando fui a tocarle el timbre de su casa de palermo para la clase nadie me respondió. Dani se murió este año. Lo quise muchísimo y nuestras almas comulgaron de manera increible. Este es un pequeño homenaje que quería hacerle a Dani y decirle que lo extraño mucho y que GRACIAS por todo lo que me dio.