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Me pregunto como puede existir un movimiento que se auto denomina "kirchnerismo", acaso todos los políticos puden tener su "ismo", incluso chiche?. chichismo???? que mal que queda!, y... por ejemplo lavagna, cómo sería eso?, lavagnismo, o se reemplazaría por el menos estridente: lavañismo, tal como el tiempo modificó, ante sus insistentes menciones, la sintaxis del sustantivo Cromagnon,que ahora se escribe Cromañon, y así nos adueñamos un poco más de la tragedia. Pareciera ser que es un derecho adquirido instaurado desde Perón a esta parte, evidentemente nadie quiere ser menos que el general. Entonces voy más alla e indago aún más sobre el tema, ¿a partir de qué nivel jerárquico un político accede a este derecho que pareciera ser inalienable?, acaso un sub-secretario puede tener su propio ismo?, o es recién a partir de la categoría de ministro que se les concede el derecho? Pero me doy cuenta que, como es costumbre en nuestro país, este derecho no asiste a todos de la misma manera, por ejemplo el cavallismo es algo que está instaurado desde hace tiempo, y en cambio nunca escuché hablar de un sciolismo a pesar de que este último ha superado en jerarquía institucional al primero. Y entro ya a hilar más fino, ¿por qué es que en el caso de algunos ismos se elige el primer nombre y no el apellido para comandar el patronímico de sus fieles? Lo que resulta en que en la tan vapuleada provincia de buenos aires exista el felipismo y no el solaismo, o solismo. Claro, me digo, el marketing político ha hecho de las suyas, ya que no sería muy conveninete pensar que un político lidera un movimiento llamado "solismo" sería como maracarlo de entrada con un karma de poca adhesión, y de soledad, dos pecados capitales para la buena salud de la política de pactos y lealtades de cocina a microondas. Y ya un poco inquieto imagino quien estará detrás de todo este festival de delarruismos y chachismos; ¿será que en cada partido existe un miembro del comité que dedica su tiempo a analizar este tema?, acaso un afiliado culto y versado en letras se lo designa como "secretario de la comisión de difusión y comunicación efectiva" del partido y este es el encargado de recomendarle a cada candidato cómo debiera llamarse su movimiento para que luego sea mejor recordado? ¿Tendrá este comunicador social en cuenta las bondades de la fácil pronunciación y fácil recordación tal como lo hacen los desarrolladores de marcas en el sector privado? De ser así, debo denunciar públicamente al justiciaista, (frentista de la victoria para ser mas éxacto) que le recomendó a kirchner cual debería ser su marca, evidentemente la interna jugó su primera carta a través de este consultor ya que debería haber puesto al presidente sobre aviso que la abultada sucesión de consonantes nórdicas haría de dificil pronunciación a su "ismo" para la fonética rioplatense y terminarían varios periodistas (caso de Gustavo Silvestre - TN/Canal 13) optando por silenciar la "ch" para evitar momentos embarazosos frente a la cámara y no ser comidilla de los programas de furcios, y resignarse al más simple y sobrio "kirnerismo". Cosa indeseable para cualquier marca es que esta sea deformada por presentar este y otro tipo de impedimentos para el lenguaje hablado local: remito al lector al análisis de casos tales como ferrero rocher o colgate, extranjerismos que nunca nadie supo del todo bien como se deben pronunciar. O, peor aún, ¿qué perspectiva le queda al kirchnerismo en le plano internacionl? ¿Álguien imagina a los brasileros tratando de vitorear al supuesto líder latinoamericano, tal como es su aspiración, debiendo moldear su dicción para pronunciar el apellido de Nestor Carlos? Sin duda sonaría algo más parecido a: kirnerinho. Bien podrían aportar al partido su experiencia los ejecutivos de Mitsubishi al tratar de introducir su camioneta modelo "Pajero" en la argentina, para evitar este tipo de errores comunicacionales. Evidenetmente la constante aparición de ismos, tales como el flamantemente acuñado "cristinismo" ,que suena más a una facción de la iglesia que una afinidad política, abunda en nuestra país. Lo más triste y problemático de la cuestión creo es el poco rigor ideológico que exsite detrás de estos nombres mesiánicos. Basta con preguntarse ¿qué es entonces el kirchnerismo? (más que usar bigotes y apellidarse Fernandez), qué ideas sotiene, qué proyectos, qué plataforma, ¿qué era el delarruismo? o ¿qué era el menemismo, más que una forma de hacer negocios? Irónicamente es en el ámbito del deporte donde estos "ismos" tienen su mejor uso, ya que ahí sí describen claramente una política de la cual sabemos que esperar, un proyecto de trabajo a futuro, y una clara identificación de ideas tanto en la estrategia como en la táctica. Nadie puede dudar de a qué ideas nos refierimos cada vez que alguien invoca ser bilardista o menottista.