Tengo una gran empatía con estos textos que no son míos, son de gente que escribe mucho muy bien, y que como homenaje a ellos, quisiera reproducirles dos fragmentos con los que me identifico a ultranzas:
Por ASBELLINI (no cuenta con blog aunque lo trato de convencer que publique uno)El amor, siempre que desee jactarse de ser un verdadero amor, debe ser merza como las lágrimas de las bailarinas, como el abrazo de dos amigos borrachos o como los gritos que pegaba Valeria Lynch en “Ámame en cámara lenta”.
No hay duda: el amor es merza, y los que triunfamos en él somos los más merzas.
Los que vamos a destiempo, bautizando las escenas más cotidianas con un glamour de doce rosas o encerrando instantes en el envoltorio de un bon-o-bon entre dos hojas de un diario íntimo.
Por Xtian (www.putoyaparte.com)Cumplo años mañana, ingreso a los 31 y como siempre me replanteo mi vida. ¿Sólo por un día? No, últimamente me replanteo drásticamente mi vida a cada segundo. Mis replanteos son muchas veces casi adolescentes: abandonar la vida sedentaria, convertirme en un tipo atractivo físicamente, atleta. Pero también me enredo en el intríngulis fundamental: ¿cómo hago para conseguir un novio a medida que me pongo más viejo y me banco menos la pelotudez circundante? Si no conseguí un boludote a los 23 años, cuando era joven y me comía cualquier bola de fraile, ¿cómo hago para conocer alguien a los 31, cuando mi tolerancia hacia la forrada se acerca peligrosamente a cero?
Y de pronto evalúo que nunca llegué en una relación al nivel en el que se despliega el romanticismo zombie de mandar flores, decir "cuchi cuchi" y compartir flatulencias en la cama. Y se me pone complicado manejar el vaivén entre mi tendencia a buscar "amor descartable" (como diría Federico Moura) y la picazón insoportable de la cama doble a medio llenar.